Metodología ambiciosa

Empiezo a escribir el diario de las clases de Didáctica de la Educación Social sin tener mucha idea de cómo debo hacerlo. Me preocupa escribir de una manera demasiado informal y que no le guste a la profesora; me preocupa descubrir que mientras escribo no he aprendido nada de las clases, por lo que perdería sentido el publicar esto, ya que esta publicación debe contener la esencia de lo que hemos aprendido de la asignatura en las clases explícita o implícitamente, supongo que mejor explícitamente; y me preocupa principalmente alejarme de la forma correcta de realización de nuestro portafolios personal, ya que al fin y al cabo este portafolios será la mayor fuente de notas para la calificación final que obtendré en la asignatura.

Cuando he acabado de leer el párrafo anterior me he dado cuenta de que el sistema educativo y la mentalidad común ha hecho estragos en mí. Si no sabes en qué lo puedes notar te lo digo yo. He sido sincero en el párrafo primero que he escrito, y esas palabras no trasmiten interés por la asignatura, trasmiten interés por mi nota en la asignatura ("me preocupa principalmente [...] la calificación final que obtendré en la asignatura"); también he mostrado cierto interés por agradar a la profesora ("me preocupa escribir de una manera demasiado informal [...]") que en el fondo esto persigue el objetivo de sacar nota; sólo he mostrado algunas pinceladas de interés por la asignatura ("me preocupa descubrir que mientras escribo no he aprendido nada de las clases..."), pero en el fondo es por miedo a que este portafolios no salga bien, por lo que sigo siendo un carnívoro ansioso por alcanzar la máxima nota posible.

Al hilo de esta autocrítica y, en definitiva crítica a aquello que me hace pensar así, traigo a la memoria algo que dijo un compañero en mi primera clase de Didáctica: "¿Y eso cuenta?", yo harto de oír esa pregunta (más que retórica, un adorno que demuestra el exclusivo interés del alumno por la nota de la asignatura) desde que tengo memoria, dije en voz baja: "¡Odio esa pregunta!", pocas décimas de segundo después la profesora añadió a mi silenciosa apreciación la suya: "Odio esa pregunta". Esta ha sido la primera vez que oigo de boca de uno de mis profesores tal respuesta a esa pregunta, lo cual no quiere decir que los anteriores no la odiaran. Especulaciones a parte, lo que si es cierto es que me sorprendió que esa pregunta se continuara dando en la universidad, después aprendí que los pensamientos que se tienen en el instituto se pasan a la universidad, ya que a la universidad no accede gente de Marte sino alumnos que han vivido en paralelo a mi educación, recibiendo lo que el presidente de turno de su Comunidad Autónoma haya estimado oportuno. Esto en términos del Derecho recibe el nombre de positivismo jurídico, esto es, lo importante de las leyes (en este caso de las pautas a seguir) es el enunciado de las mismas, sin tener en cuenta la voluntad que hay detrás de ellas y la razón del enunciarlas como son.

Otra intervención curiosa de un compañero en relación a este diario que estreno; su contenido (lo aprendido en cada clases) y extensión (ilimitada) fue la siguiente: "Entonces, ¿vamos a hacer una Biblia?", reacción de la profesora: "Pues, a lo mejor es una Biblia". Llevaba ironía y desconcierto por parte de mi compañera y seriedad por parte de la profesora. Esta intervención pone de manifiesto el límite que nosotros mismos ponemos al saber, en este caso al aprender sobre cómo enseñar, sobre Didáctica.

A pesar de estas "imperfecciones" que arrastra la educación y que en todos se revelan, existen alternativas didácticas que fomentan otro tipo aprendizaje, y para muestra un botón, esta entrada que usted está leyendo está escrita para expresar mis conocimientos. De esta forma la profesora no sólo se asegura de que tomamos apuntes sino que lo que hemos escuchado ha sido comprendido y puesto a prueba por nosotros. Tiene el fallo de la subjetividad que merece a la hora de calificar pero toda metodología tiene sus taras, ésta es ambiciosa pero con defectos evidentes, por eso a la hora de evaluar la metodología de enseñanza debemos preguntarnos que prima en los métodos que se escogen para enseñar el aprendizaje de los discentes o los resultados a la luz de una prueba selectiva (llámese como se llame).

Quizá el lector de esta entrada no haya descubierto el significado íntegro del título de este blog, por ello, lo explico por si acaso. Creo que la parte de "Aprendiendo a enseñar" queda claro (en este blog intentaré mostrar lo aprendido sobre didáctica), y lo de pensando puede parecer una evidencia si somos tolerantes con el significado de pensar, pero si somos inconformistas con el significado, tiene otra razón de ser y es que esta "metodología ambiciosa" de la que soy partícipe como he referido antes tiene como objetivo que filtremos las enseñanzas recibidas, reflexionemos sobre ellas y las plasmemos según nuestro punto de vista sin perder la objetividad que llevan consigo. Como he hecho mención a varias frases de mi primera clase hago mención a otra de la profesora a propósito de esto, explicaba que cuando alguien que conoce y se maneja en un campo científico de investigación y alguien escucha lo que dice al respecto, los oyentes creerán lo que dice porque es un experto, y añadió que ella dice lo que dice, no se reconoce en la verdad. Este portafolios es un instrumento para contrastar lo que dice.

Para terminar releo todo lo que he escrito y me doy cuenta de que he sido repetitivo con expresiones y he abusado de frases de los compañeros y de la profesora para manifestar mi aprendizaje que no sé ni siquiera si quedará de manifiesto. Pero me excuso para colmo contradiciéndome en esto último y volviendo a algo que dijo la profesora respecto a una utilidad del portafolios personal, que es la de que nos diéramos cuenta de nuestra evolución cuando empezamos y al terminar. Esa evolución incontrolada es la que espero yo dentro de unos meses cuando lea esta, mi primera entrada de la asignatura. Vuelta al parafraseísmo, esta vez a Pilato: "Lo escrito, escrito está".