viernes, 11 de mayo de 2012

Diferenciar para conocer

He de admitir que fue por esta asignatura (didáctica) por la que mejor empecé a conocer las funciones, ámbitos y contextos de las educación social. Primero se nos abordó en clase con todo lo relacionado con la educación, después poco a poco y con un tinte de seriedad se fuera metiendo los matices de la educación social, al terminar la asignatura en el primer cuatrimestre y llevar un gran recorrido del segundo puedo decir que ya sé lo que es la educación social.

Yo tenía bastantes de dudas en cuanto a las diferencias que existían entre el trabajador social y el educador social. Para mí fue muy esclarecedor a la hora de mandarnos en la primera EPD la profesora el trabajo de grupo que consistía en un diseño curricular, el hecho de que la profesor especificara que el proyecto de intervención debía ser para solventar necesidades educativas y no asistenciales para no pisarle el terreno al trabajador social (aunque a la hora de la verdad esta tolerancia de campo de trabajo sea difícil de aplicar). ¿Por qué se hace tan difícil no pisarse el terreno? Porque comparten tantos contenido. En otros países este es un tema de discusión. Pero lo que sí que es objetivamente palpable es que ambos existen para que las personas sean tratadas justamente en la sociedad en la que viven.

A continuación, parecerá que en un principio estoy desviando un poco la atención:

Como estudiantes y provenientes del bachillerato todos (o la gran mayoría, aquí la generalización se pasa de corta y construye así la exageración) teníamos un miedo terrible a hablar en público. He de corregir algo que ya he escrito, ya que a mi parecer estaría más correcto el expresar que el miedo no es a hablar en público, sino a ser escuchados y observados por un público. Aunque peco de precisión convirtiendo una aclaración en un sinónimo, con esto lo que pretendo es centrarme en que el temor que nos aparece y que tanto nos afecta a nuestra seguridad personal, se centra en la acción que realizan los observantes de un monólogo/ponencia pública más que en la que realiza el propio ponente. Diría que es así porque los que observan son los causantes de una situación. Esto puede parecer una tontería, pero me llama bastante la atención, y si nos centramos en dos sentidos se puede destapar. En primer lugar, en el del oído: si el público fueran personas sordas (y con dificultad o imposibilidad de leer los labios) el nivel de relajación del ponente subiría porque desaparecería una preocupación, la de hablar haciendo el esfuerzo de recordar y explicar coherentemente. En segundo lugar, la vista: si el público fuesen personas invidentes desaparecería la preocupación estética y de posicionamiento. Con esto quiero llegar a simplificar la situación de hablar en público, que por cierto es una de las competencias necesarias y que comparten un educador social y un trabajador social. En mi caso yo escribí un esquema en un papel a la hora de exponer en la EPD de Didáctica 'Planificar en medio abierto' y 'Descubrir contextos capacitadores', también me ayudé de tres diapositivas, pero el resultado final no fue bueno, porque yo quise exponer sin papel y me confié con tener en esquema del esquema que eran las diapositivas. No fue bueno porque por un lado miré de vez en cuando el esquema del papel y perdí demasiado de vista las diapositivas, y por otro lado mirar el esquema escrito y hacérseme eterna segundo que leía y no hablaba me despistó y me hacía decir cosas que yo si no hubiera habido gente (impaciente al fin y al cabo, como todos cuando escuchamos la versión de algo a lo que nosotros también hemos aportado nuestra propia versión).

En ese párrafo (este anterior) tenemos una actividad que podría realizar tanto el trabajador como el educador social, además de ser una competencia para ambos profesionales. Con el discurso de cualquier ponencia de ese tipo, en la que no hay un debate abierto sobre el contenido expuesto por el monologuista la acción social que se realiza es informativa (según la lectura de 'Diseño curricular') y además es de de tipo conceptual-cognitiva donde tendríamos la finalidad de transmitir conceptos, pensamientos o algún pensamiento. Pero también podemos poner en práctica, como nos reseña la lectura, la capacidad de hablar en público para sensibilizar, con lo que perseguiríamos unos fines actitudinales-emocionales. El primero es más apropiado didácticamente dentro de una sesión o de una concepción global academicista y el segundo de una academicista. Nuevamente vemos como se pisan el terreno, en una competencia que ambos necesitan la utilidad que encontramos de mayor utilidad forma parte de un proceso de enseñanza aprendizaje, propio de un educador social.


Os preguntaréis que a qué viene la fotografía de una casa colocada al revés sobre el suelo. Es la muestra de lo que hacemos un  montón de veces sin darnos cuenta: empezar la casa por el tejado. Para haber llegado a unas respuestas de movilización como es la de una charla-exposición oral (si las características del colectivo lo permiten/requieren) es necesario haber hecho un análisis de necesidades. Este análisis sigue un proceso muy lógico que se centra en el conocimiento de la realidad contextual del colectivo de actuación: con una descripción del mismo contexto, una ubicación de la situación, una recogida de información del conflicto, en este procedimiento debemos prever tanto la población con sus características esenciales como los recurso que utilizaremos. Como aporte al análisis, es de gran relevancia tener presente que éste es permanente, lo que conlleva al mismo tiempo a una evaluación constante, que no continua (esta se basa en una recogida de datos que se da a conocer al grupo evaluado para que mejoren, de tal manera que lo que se ha evaluado una vez se irá sumando a lo evaluable en momentos posteriores), elemento del que se ha dicho mucho en este blog. Y sí, estáis acertados si pensáis que también este análisis es compatible en un trabajador y en un educador social. ¿Pero que le hacemos?

Seguir desglosando, esta vez, otra acción social: la capacitación, que desembocaría en una consecución de habilidades. Éste proceso y medidas solo forman parte de las competencias del educador social. ¿Qué también lo es del trabajador social? Para eso existen dos opciones que aparecen en esta entrada: una, la de dejar un comentario para debatir, y otra la opción más probable, que yo esté confundido.

Acabo proponiendo una especie de adivinanza, si sabemos que el educador no es el sujeto en el proceso de enseñanza-aprendizaje, sino que lo es el educando (es el que HACE con mayúsculas) y el educador un director-orientador-colaborador en el proceso, ¿en qué proceso actúa y que papel tiene el trabajador social? He aquí una de las claves.

1 comentario:

  1. Bastante interesante tu blog,dejame decirte!!.Regreso otro día con más tiempito, gracias..!!

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