jueves, 19 de enero de 2012

Aprender es para siempre, queramos o no

En los años de enseñanza obligatoria y bachillerato se nos acostumbra desde pequeños a hacer exámenes en los que demostramos los conocimientos adquiridos, y a partir de ahí el profesor también podrá hacer una valoración de nuestros conocimientos, si son los suficientes nos aprobará, si no lo son suspenderemos. Sin darnos cuenta, en la mayoría de las asignaturas estamos siendo partícipes de un elemento curricular, que forma parte propiamente del modelo academicista para la enseñanza-aprendizaje en un contexto formal. La parte del currículo donde nos encontramos cuando realizamos un control o un examen es la evaluación, en la que el docente, mediante una información que recoge (en este caso una nota de examen) puede calificar si el discente posee o no las competencias que debe desarrollar para su asignatura.

En  cuanto al modelo academicista del que he hablado, y del que hablé en la entrada anterior puedo decir que es un modelo creado para enseñar, que consta de una serie de partes que ayudan a que el docente pueda organizar cada elemento que participa en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Sabemos que esos elementos son los objetivos (¿qué pretende el docente?), contenidos (¿qué es lo que se debe saber?), metodología (¿de qué manera enseñará el docente?), grupos destinatarios (¿a quiénes van dirigidos os contenidos?), recursos didácticos (¿de qué se sirve el docente para que el discente aprenda?), formador (¿qué persona y con qué características actúa de docente?) y evaluación (¿cómo el docente valora lo aprendido por el discente?). Esas partes que componen al modelo academicista (y a cualquier otro modelo en el proceso de enseñanza-aprendizaje) reciben el nombre de elementos curriculares. Que en el caso del modelo academicista son unas particulares orientadas a un fin concreto dentro del proceso de enseñanza aprendizaje. Junto al modelo de academicista conviven otros como el humanista, conductista, cognitivista o sociocrítico, aunque sea el academicista el más utilizado en la educación formal.

El papagayo, el animal que más participa en el modelo academicista,
sobre todo cuando recitamos lo sabido como ellos.
Esto lo vemos en el primer fragmento del vídeo de 'El amor tiene dos caras', donde un profesor de matemáticas (o una rama de ellas) vemos claramente que aprecia un modelo didáctico con gran parte de los elementos curriculares que vemos de carácter academicista. Ya que el formador, el docente es un especialista en el tema, lo vemos por su capacidad para expresarse, sin apenas titubear en lo que dice, tiene tiempo hasta de bromear. En su metodología recurre a su voz y a la pizarra, que le sirve de apoyo para que los alumnos puedan tomar nota de lo que dice, esto facilita la tarea anotadora de los alumnos, que no la comprensiva, aunque sí que es cierto que por el ejercicio de comprensión que los alumnos deben realizar, a la larga la capacidad comprensiva de ellos comprensiva aumentará. También forma parte de su metodología el detalle de que no aparta la mirada de la pizarra en ningún momento.

Se aprecian otros elementos, su papel de profesor lo aprovecha como recurso para solo hablar él, además los contenidos son los mismos para todos los alumnos, lo que nos lleva a que el grupo destinatario es homogéneo totalmente. Se aprecian también matices y pequeños detalles que podrían seguir llevando el peso del modelo empleado hacia el academicista, como son que el docente resta importancia al hecho de que no se estén enterando los alumnos de su explicación y por otra parte, que propone una actividad ajena a la teoría de la asignatura que los alumnos ni comentan.


El resto de modelos los explicaré más adelante, ahora centrémonos en qué es la educación formal. Quizá no nos suene mucho, pero es algo en lo que muchos estamos todavía metidos,en lo que hemos pasado el 90% o más de nuestra vida y algo de lo que algunos nunca salen. Me refiero la enseñanza reglada (al caso del profesor de la película, por ejemplo), a aquellos estudios que realizamos y que son 'canjeados' por un título. Enseñanza reglada puede ser la recibida en el colegio, el instituto, la universidad o en algún órgano que presente el mismo contexto de enseñanza. En este caso los agentes (docente y discente) son alumno y profesor.

Pero hay más contextos educativos, por esto precisamente, existe la figura del educador social, ya que en otros contextos encontramos un campo de trabajo más amplio para éste. Son otros dos: la educación no formal y la informal. En la primera existe un currículo fijado, aunque no esté reglada la enseñanza, y en la informal no existe un currículo predefinido ni fijado, pero se siguen produciendo procesos de enseñanza aprendizaje, de está no podemos escapar, porque se da durante toda nuestra vida, es el caso de los procesos de enseñanza-aprendizaje que se producen en una familia, donde los padres pueden ser los docentes y el discente el hijo.

Como he dicho antes el educador social le debe mucho a la educación no formal y a la informal, porque aunque él pueda actuar en contextos formales de enseñanza reglada, el currículo que diseñará no será reglado por una institución. Por eso decimos que el educador social puede encontrarse un contexto formal de enseñanza (si se encuentra trabajando un un centro educativo reglado) pero que su trabajo real pertenece más bien a la enseñanza no formal, ya que planifica currículos pero no reglados. Pero no siempre han existido educadores sociales, sino que hasta que en 1991 en Barcelona no surgió su titulación la figura más parecida eran los educadores de calle. Estos intervenían  como mediadores en la calle en contextos no formales e informales, informal sobre todo porque no cuentan con horarios precisos, sino muy flexibles y tratan de solucionar de paliar las necesidades socioeducativas desde dentro del colectivo.

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